1 Bendice, alma mía, a Jehová,
Salmos 103:1-2 rvr1960
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Cuando Dios decidio creo al ser humano, Él hizo tres cosas:
- Dios habló.
- Dios uso el polvo para crear el cuerpo.
- Dios soplo.
Por el soplo de Dios el hombre recibió alma y espíritu. Cuando el pecado entró, daño nuestra alma. Jesus vine al madero para salvar nuestra alma.
Lo que necesita salvación no es el cuerpo ni el espíritu. La Biblia dice que el cuerpo vuelve al polvo y el espiritu vuelve a Dios. De modo que es nuestra alma que necesita salvación.
El alma no le pertenece a Dios hasta que le hacemos una entrega. Cuando el alma es salva, necesita ser rendida ante el Señorío de Dios. Un encuentro con Jesús es lo que puede salvar nuestra alma.
Tu alma necesita una transformación y un cambio.
En el versículo vemos que David hablo a su alma. Aquí podemos observar que David tenia un conflicto interno por lo cual tuvo que hablar a su alma.
Según el hebreo, la palabra alma proviene de la palabra “nefesh” la cual se define como lo siguiente:
- Ser soplado sobre
- Criatura que respira
- Persona
- Aliento
- Deseo
- Antojo
- Apetito
- Lujuria
- Voluntad
El alma tiene todas estas cosas.
Si no sabes como opera el alma, puede que el alma te saque de la voluntad de Dios. Puede ser que tus deseos y pasiones carnales pueden ser una manifestación del alma.
Debemos trabajar en nuestro interior. Si logras dominar tu alma, podrás dominar en tu exterior.
Estas son algunas de las características del alma:
El alma puede ser ingrata. El alma es olvidadiza. La madre de la ingratitud es el olvido. No olvides lo que Dios ha hecho por ti y tu familia.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Salmos 103:2 rvr1960
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El primer beneficio que el Salmista enumeró fue el perdón de sus pecados. Este es el milagro más grande que recibiste.
El alma se abate y se turba.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Salmos 43:5 rvr1960
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
El Salmista tenia una lucha interior. Así hay personas que por fuera lo vemos sonriendo, pero por dentro están llorando. Hay personas que tienen tormentas en su interior. La buena noticia es que Dios habla para traer calma y bonanza al alma.
Tienes que tener cuidado con las voces que escuchas. Hay voces que golpean violentamente a tu interior. Son voces que abaten el alma. Cuando alguien se turba, no logra ver la salida a su problema.
Debes entender que la tierra y el cielo hablan cosas diferente. Si escuchas al cielo podrás gobernar en la tierra. Pon tu oídos atentos al cielo. Si Dios te habló primero, el diablo con su información llega tarde.
Además, el alma se desespera.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
salmos 42:5 rvr1960
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
A Dios hay que tenerle paciencia. Dios te dirá que hará algo contigo y/o a través de ti, pero eso no necesariamente significa que sucederá inmediatamente.
Pacientemente esperé a Jehová,
Salmos 40:1-3 rvr1960
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová.
Lo que hizo que Dios oyera al Salmista fue su paciencia. Hay personas que claman en desesperación. Otros claman con paciencia esperando en Dios.
Tu paciencia al esperar en Dios, demuestra confianza. Con tu paciencia demuestras fe. Y es la fe que mueve a Dios. Tu fe envía mensajes de confianza al cielo.
Cuando tu cántico sea de confianza y salvación, otros confiaran en Dios.